Me ha parecido muy interesante un reportaje publicado por Luis Algorri en la revista Tiempo y que se titula ‘Las víctimas son ellos’. La creatividad del mismo reside en que se trata de un lado desconocido de un tema de gran actualidad: la violencia machista. Pero en este caso el periodista se fija en la otra cara del fenómeno: los casos (minoritarios, eso sí, pero realmente sangrantes) en los que los varones son acusados falsamente por sus parejas y que literalmente les hace dar con sus huesos en la cárcel.
El reportaje tiene muchos ingredientes de un trabajo periodístico de calidad. Empezando por la dificultad de encontrar a hombres perjudicados que decidan dar su testimonio por puro miedo, con lo que se recurre a la técnica del nombre falso: «Amadeo no se llama, en realidad, Amadeo. Esta es, por desgracia, una historia con pocos nombres, porque la inmensa mayoría de los protagonistas –y de los jueces, y de los abogados o fiscales, y desde luego de los diputados– tienen, sencillamente, miedo. Los últimos, a que se les señale por ir contra la corriente políticamente correcta. Pero Amadeo tiene miedo de otra cosa.
– Si tú me identificas, mi ex me vuelve a denunciar (…)
Tras recoger el testimonio de Amadeo, se aborda el tema de fondo que da lugar a esta injusta situación: una ley, que aunque tiene la loable intención de perseguir las agresiones a mujeres, tiene un clamoroso defecto: «la presunción de culpabilidad del varón por el hecho de ser varón (…) y que invita a cometer atropellos y a actuar por pura venganza, o interés, o locura. Es decir, a plantear denuncias falsas».
Sobre esta base, el reportaje plantea otros casos de denuncias falsas y el debate sobre si los puntos flacos de la ley, con algunos expertos que la critican y otros que mantienen que las denuncias falsas por malos tratos sólo son «un mito que da alas a los torturadores».